Este martes, los estadounidenses eligen entre Donald Trump y Kamala Harris en unas elecciones que definirán el futuro de la democracia, la geopolítica y las relaciones comerciales globales. La votación no es solo sobre el liderazgo de EE. UU., sino sobre la identidad y dirección del país al acercarse su 250 aniversario.
Trump, quien podría ser el primer expresidente convicto en volver al cargo, ha mantenido un discurso radical, prometiendo acciones polémicas y recibiendo apoyo incondicional de sus bases. Harris, por su parte, se posiciona como unificadora y defensora de la democracia, buscando atraer tanto a moderados como a ex-republicanos desilusionados con Trump.
La retórica de Trump, que incluye propuestas de deportaciones masivas y aranceles del 60% a China, ha generado preocupación por su potencial impacto económico y geoestratégico. Esto ha llevado a nerviosismo en la Unión Europea, organismos internacionales y países socios como México. Las políticas de Trump también podrían reducir el apoyo a Ucrania y poner en peligro alianzas de larga data, incluyendo la OTAN.
Por otro lado, Harris promete continuar con el enfoque de Biden en alianzas internacionales y apoyo a Ucrania, aunque con un posible incremento de presión sobre Israel para evitar más víctimas civiles. En política interna, busca representar un liderazgo renovado y diverso, resaltando la importancia de la inclusión y la democracia multirracial.
El sistema electoral de EE. UU., que ya enfrentó desafíos en 2020, podría volver a ponerse a prueba, especialmente con la igualdad en las encuestas y el riesgo de impugnaciones. La incertidumbre podría extender el conteo de votos y elevar la tensión.
El resultado de estas elecciones será histórico y de gran impacto, definiendo si EE. UU. avanza hacia un modelo de democracia inclusiva o toma un giro autoritario, con consecuencias que resonarán más allá de sus fronteras.
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